Murió el
lunes quejoso.
Llego a la una y media
con mi llave star apuntando
subo los diez escalones
y entro a mi mundo
que enseguida será de otras.
Caballetes, tabla,
sillas, libros, papeles.
Llegan a las dos en punto
ni antes, ni después.
Me apronto. Prontas.
Pongo mi energía en la mesa
ellas la suya
cada cual toma
lo que puede o quiere.
Hoy anduvo Benedetti
con Mariana y Alberto
y el José Claudio
de encendedor gastado
que ya no da nada.
Luego vino Megget
perifereando la jornada.
Idea con su dolor a cuestas,
Líber, Paco, Circe
y sus voces se mezclan
con las de ellas
y con la mía misma.
La palabra se hace una.
Caen migas en la tabla
cuando leemos lo propio
mirándonos, emocionándonos,
a veces tocándonos.
Por la ventana entra el cielo
y no nos agarra desprevenidas.
Volaron las dos horas
pero las horas son mentira.
Nos despedimos, nos abrazamos
y nosotras las de antes
ya somos otras.
Rosana Sosa
Llego a la una y media
con mi llave star apuntando
subo los diez escalones
y entro a mi mundo
que enseguida será de otras.
Caballetes, tabla,
sillas, libros, papeles.
Llegan a las dos en punto
ni antes, ni después.
Me apronto. Prontas.
Pongo mi energía en la mesa
ellas la suya
cada cual toma
lo que puede o quiere.
Hoy anduvo Benedetti
con Mariana y Alberto
y el José Claudio
de encendedor gastado
que ya no da nada.
Luego vino Megget
perifereando la jornada.
Idea con su dolor a cuestas,
Líber, Paco, Circe
y sus voces se mezclan
con las de ellas
y con la mía misma.
La palabra se hace una.
Caen migas en la tabla
cuando leemos lo propio
mirándonos, emocionándonos,
a veces tocándonos.
Por la ventana entra el cielo
y no nos agarra desprevenidas.
Volaron las dos horas
pero las horas son mentira.
Nos despedimos, nos abrazamos
y nosotras las de antes
ya somos otras.
Rosana Sosa