miércoles, 11 de julio de 2018

El obsequio


      20 de abril de 2018


Había ensayado a lo largo del día todos los rostros de asombro y sorpresa que se le habían ocurrido. Pero ninguno le resultaba lo suficientemente convincente.
Si no lo lograba,  él lo notaría. Sabía descubrir en los mínimos gestos,  sus estados de ánimo. Debería seguir intentándolo porque nada le producía mayor pesadumbre  que ver reflejado en su rostro la desilusión de no deslumbrarla con su regalo.
En  la mañana, su desayuno, como todos los días estaba servido, pero junto a él,  una rosa roja le anunciaba que sería un día especial.
Sonrió enternecida recordando la lejanía de otros momentos en que había logrado sorprenderla con obsequios inesperados: viajes imprevistos, salidas a lugares bailables que no conocía, funciones a espectáculos que había reservado con antelación.
Pero el 2002 había pegado duro y a ellos también les llegó el cimbronazo.
Intuía que él la sorprendería, siempre lo había logrado y apremios económicos no lo detendrían.
Los festejos del cumpleaños de ella en los dos trabajos, no habían bajado los niveles de inquietud, que se iban transformando en angustia, conforme transcurría el día.
Podría con todo, menos con la infelicidad reflejada en el rostro de él.
Al regreso a su casa, abrió la puerta con ímpetu, deseosa del encuentro.
En el sofá, sentado, la esperaba, casi un desconocido, que sin embargo tiene sus mismos ojos, su misma figura.
No puede evitar, que naturalmente surja su mayor expresión de asombro genuino.
Se acerca y recorre suavemente, con sus manos, el rostro terso, sin barba. Sus dedos dibujan los labios, y comprueba que son más finos de lo que ella suponía sin el bigote.
La sonrisa de él muestra que una vez más lo había logrado.
La abraza y susurra apasionado: - Hoy te regalo mi cara.

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Rincón de Haikus de Nybia Mazzullo

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